El talento paisa detrás de Delirio en Netflix

Andrés Burgos ha forjado una carrera que transita con naturalidad entre la literatura, el cine y la televisión. Su más reciente proyecto —la serie Delirio, disponible en Netflix— confirma la madurez de una voz creativa que asume el arte de narrar como un ejercicio de precisión, sensibilidad y profundidad.

Guionista, escritor y showrunner, Burgos ha publicado novelas reconocidas y debutó en el cine con el largometraje Sofía y el terco, seguido por Amalia la secretaria. En televisión, ha sido autor de libretos emblemáticos como Hasta que la plata nos separe.

En Delirio, combina tensión dramática, personajes complejos y una puesta en escena que dialoga con estándares internacionales sin perder su sello local. 

Desde la Comisión Fílmica de Medellín hablamos con Andrés Burgos sobre su proceso creativo, los retos de narrar para audiencias globales y el valor de proyectar el talento paisa en una de las plataformas más vistas del mundo.

¿Qué aprendizajes clave te ha dejado el proceso creativo y de producción de Delirio?

«Principalmente, la confirmación de la importancia del trabajo en equipo, sobre todo en proyectos de gran escala. Me impresiona gratamente ver cómo en Colombia, y especialmente en Medellín, hay cada vez más talento joven y especializado. La cinematografía local lo demuestra.

Rodearse de buenos profesionales y confiar en ellos es clave. Cuando uno lidera un proyecto completo, es imposible sacarlo adelante sin apoyarse en otros. Al final, más allá del crédito de productor, showrunner o director, uno es el albacea del tono y el espíritu de una historia que cobra vida gracias a la colectividad».

¿Qué papel ha jugado Medellín en la construcción de tu voz como narrador?

Pertenezco a una generación que creció en la Medellín más estigmatizada. Sin embargo, nunca fue todo blanco o negro. La vida y la muerte estaban entrelazadas. La cotidianidad nos enseñó a convivir con paradojas: dureza y ternura, violencia y amor.

Esa complejidad sigue presente en la ciudad y ha marcado mi forma de ver y narrar el mundo. Medellín me enseñó a no simplificar los relatos, a buscar matices y a entender que lo humano siempre se mueve en zonas grises.

¿Qué consejo les darías a los nuevos talentos de la ciudad que sueñan con contar historias a gran escala?

Les diría que se informen sobre los códigos y dinámicas que mueven la industria audiovisual. Entender el mercado es clave para darle pertinencia a las historias. Cada proyecto exige un “envase” particular y cada creador debe encontrar el entorno adecuado para lo que quiere contar.

Aunque a veces parezca que las producciones de gran escala dejan poco margen para la innovación, siempre hay espacio para las buenas historias. Medellín ha demostrado que sabe transformarse, adaptarse y reinventarse. Lo mismo pueden hacer sus narradores.

Mi consejo: arriesgar, insistir, buscar ángulos inesperados y, sobre todo, seguir narrando.